sábado, 16 de febrero de 2008

Canciones sin cuna


TENGO EL CABALLO EN LA PUERTA

Tengo el caballo en la puerta
¿te quieres venir conmigo?
Yo no te obligo.
Sólo te brindo ocasión
de darte en mi soledad
una casa, un corazón
y un cariño de verdad.

¿Qué no quieres...? Allá penas.
...
¿Qué no quieres? No hay que hablar...
...

Ya lo sabes; junto al río
tengo un huerto de limones
y un arroyito de frío
que va sembrando canciones.
...

Manuel Benítez Carrasco.


Posiblemente nuestros primeros contactos con la poesía sean las nanas. Arriba uno de los poemas con los que me dormía mi abuela. Es mucho más extenso, pero es el trocito que quedó grabado en mi memoria. La abuela recitaba poemas para despertar. Hace tiempo que aquellas canciones se quedaron sin cuna.

Lo recuerdo hoy, porque ayer vi en teatro "Espinete no existe" de Eduardo Aldán, no paré de reírme durante los noventa minutos que dura el monólogo. Es un gran comunicador, llena todo el escenario él solito. Entendí que yo fui una niña con suerte, nadie me durmió con: "duérmete, mi niña, que viene el coco.." y otros miedos. Las nanas que cantaba la abuela siempre sonaban a música de violines, a entrega gratuíta y a cariño que no obliga. Todo era cálido en ella.

Va por ella y por todas las nanas que me cantaron para que despertara o para que durmiera.

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