No es la Navidad una época del año que me entusiasme demasiado. Y no sólo por verla como la mentira consumista en la que hay que ser feliz, cueste lo que cueste, si no porque casi siempre me llegó envuelta en nostalgias y recuerdos de ausencias. Sin embargo este año, que no se portó nada bien conmigo, ha querido que venga con cierto aroma a presencia. Mi padre, que "se negó" a morir la Navidad pasada, sigue entre nosotros y eso es un buen motivo para valorar lo que no se pierde. Él, con el humor que le caracteriza nos lo recuerda: "No penséis que este año os voy a librar del jaleo de las compras y las fiestas". Seguro que le gusta el arbolito porque es uno de los amigos a los que les debo mucho y porque le encantan las palabras, los motivos y hacer que cada día sea el mejor momento. Nos repite, a menudo, una frase que creo que dijo la Madre Teresa: "Cuando no puedas correr trota, cuando no puedas trotar camina, cuando no puedas caminar usa el bastón pero nunca te detengas".
"Más de cien palabras más de cien motivos,
para no cortarse de un tajo las venas.
Más de cien pupilas para vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena."
"No hay mejor momento."
¡FELIZ NAVIDAD, AMIGOS!
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