The Devil´s Violin by Losing My Marbles
[...] La gente es amarga y vengativa, la gente está engañada y temerosa, [...] y yo conduzco entre ellos en la autopista y ellos proyectan lo que les han dejado de sí mismos en su manera de conducir. Algunos son más odiosos, otros más disimulados que otros. A algunos no les gusta que los pasen e intentan evitar que otros lo hagan. Algunos intentan bloquear los cambios de carril. Algunos odian los coches más nuevos, más caros. Otros, en esos coches, odian los coches más viejos.
La autopista es un circo de emociones pequeñas y baratas, es la humanidad en movimiento [...] Las autopistas nos enseñan en qué nos hemos convertido y muchos de los choques y muertes son la colisión de seres incompletos, entre vidas penosas y dementes. Cuando conduzco por las autopistas veo el alma de mi ciudad y es fea, fea: los vivos han estrangulado su corazón. (Extraído de"Conduciendo a través del infierno" de Ch. Bukowski.)
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Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde se abrían todos los corazones.
Una noche senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié. Yo me he armado contra la injusticia. Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros! [...]
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota.
Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé en buscar la llave del antiguo festín, en el que recobrara el apetito.[...] Y tal inspiración demuestra que he soñado. ("Una temporada en el infierno" A. Rimbaud)
Siete he oído que son las entradas al infierno incluyendo la del cráter del Averno, lago oscuro e inmenso "consagrado" a Perséfone y ubicado en Campania, a través del cual griegos y romanos creían que se accedía al inframundo. O aquella otra del reino de Hades que, para llegar hasta ella, las almas debían llevar una monedita bajo la lengua con el fin de pagar a Caronte la dádiva y así poder atravesar el río Aqueronte (río de la pena) y entrar en el reino de los muertos. El caso es que yo, tanto una como otra, las veía lejos, leeejos cuando aún no conocía la leyenda del Escorial, aunque no sé si esa puerta está incluída en las siete o se abren y se cierran nuevas puertas cada día. Enlazo la leyenda, en la que también Can Cerbero ladra de por medio, amén del posterior y enigmático incendio que casi nos deja sin Monasterio, porque , como poco, es entretenida. Lo que no cuenta ninguna leyenda, y siempre sentí curiosidad por saberlo, es qué música se escucha tras las puertas del reino de Hades. Sí, es cierto que existen muchos relatos sobre diablos y violines que tal vez se deban a la dificultad para hacer sonar primorosamente el instrumento. Al mismísimo Paganini, porque su violín sonaba "condenadamente" bien, se le hizo protagonista de alguno de ellos.
Claro que, si nos acercamos a otras creencias las cosas cambian mucho y los infiernos con ellas. Yo comulgo más con la idea de que los infiernos los sufrimos en vida, bien sea porque nosotros mismos los creamos por sólo saber mirar "desde la perspectiva del plano corto" o, muchas veces más, a aquellos que nos gusta ser pareja de baile del optimismo, porque nos los regalan los "diablos" que tenemos cerca. Como dicen bien los poetas los podemos encontrar, aun sin buscarlos, en las autopistas de la vida o en las primaveras que nos niegan. Y seguro que, en este tipo de avernos, no suenan violines. Seguro, muy seguro, que son ruidos estridentes los que suenan y, para descontaminarnos de la mala acústica, nada mejor que cerrar sus puertas.