jueves, 7 de agosto de 2008

Decir "Septiembre"

Decir septiembre es recordar

aquel amor perdido,

una vieja gramola

y la voz tierna y triste

de Edith Piaf.

Decir septiembre es recordar.

Irina.

martes, 5 de agosto de 2008

La música del arce

Era martes, el amanecer de un martes cualquiera de un otoño cualquiera. Apenas dibujados los primeros rayos de sol, María paseaba por el parque.

Había ignorado cuál era el extraño poder que la invitaba a comenzar, de esta forma, las mañanas de cada martes de otoño hasta tener constancia de haber nacido, en la primavera de un año bisiesto, un día de lluvia que llevaba el mismo nombre del planeta rojo. Desde aquel momento no volvió a preocuparse, tuvo claro el motivo: somos una pequeña parte del universo, se viene a la vida -se dijo- con una tarea preestablecida, un color predominante que fascina hasta herir la pupila, una estación equivocada... y lo único que hacemos mientras la vivimos es trenzar, constantemente, las mismas mimbres y, como mucho, aprender a pulirlas, mediante la experiencia, con distintos brillos y nuevos contrastes.

Aquella mañana, como tantas antes, el parque estaba solitario. La única música que podía escucharse era la de los últimos perezosos gorriones que se negaban a preparar el invierno permaneciendo en los árboles, la de los surtidores que regaban el césped y la de sus propios pasos caminando hacia adelante. Sin embargo María percibió otra música que jamás había oído antes. Sonaba a lamento de violines, la música que más se asemeja a la voz humana, la oía detrás de ella y, evitando romper el encanto mirando hacia atrás, continuó adelante. Más tarde, tuvo la certeza de que, cuanto más se alejaba, la escuchaba más cerca.

Quizá, y aun sin música, no haya nada tan hermoso como una mañana dorada de otoño en un parque. A pesar de que el día se presentaba cálido, unas ráfagas de viento jugaban con el pelo de María y con las ramas de los árboles. La música se oía cada vez más próxima, entonces decidió volver la cabeza. Detrás de ella sólo había árboles, uno de ellos, un arce que se había engalanado de colores rojos como para ir de fiesta, dejó de mover sus ramas y la música cesó.

- Debí suponerlo, eras tú. ¿Estabas ensayando? ¿En qué orquesta tocas? - Dijo en voz alta María para sacudir el miedo.

- En una de viento ,ja,ja - le respondió el árbol- ¿ Sabes que para confeccionar un violín de los que duran siglos se precisa madera de arce rojo, un buen luthier que realice un trabajo minucioso y un toque mágico?

- No puedes hablar, eres un árbol -dijo ella, asustada y mucho más bajo-.

- Eso es lo que pensáis los humanos. Sin embargo, cuando violinistas experimentados nos llevan a sus casas, transformados en violines, dicen que les hablamos.

- Es sólo una metáfora. Y aquí no hay ningún músico...

- El viento es el mejor de los músicos.

- Ya, y tú eres el mejor instrumento, ¿no?

- Ja,ja, sí, pero nada de esto hubiera sido posible sin tu toque mágico.

- Deja de burlarte, eres un árbol, no un humano.

- Tampoco tú eres una maga y empezaste a hacer preguntas. Ya lo sabes si no deseas respuestas, no debes hacer preguntas ni siquiera a un árbol. Ay, los humanos os pensáis con todos los derechos ¿Qué libro llevas en las ramas?

-Se llaman manos.

- ¿Y el libro?

- "Botchan" de Natsume Soseki.

- Un clásico japonés. Es un tipo de "Guardián entre el centeno" pero con profe protagonista al que hacían la vida imposible compañeros insólitos y alumnos asilvestrados. Si aún no lo has leído, espero no habértelo chafado

- Y tú ¿lo has leído?

- No sé leer, soy un árbol.

Nuevas ráfagas de viento y el arce, ignorando a María, vuelve a hacer sonar su Stradivarius. Ella no se da por vencida, es seguro que cualquier amanecer de un martes cualquiera del próximo otoño regresará para comprobar que ningún luthier se ha encaprichado de su árbol.





domingo, 3 de agosto de 2008

Espejismos



"En el fondo uno ama al mundo a partir de la certeza de que este mundo, triste mundo convertido en campo de concentración, contiene otro mundo posible. O sea, que el horror está embarazado de maravilla. Si uno no tuviera esa certeza a prueba de balas, a prueba de desencantos y traiciones, ¿qué sería de nosotros? En el fondo el acto de vivir, a pesar de todo, es un acto sagrado de locura." Eduardo Galeano.

De vuelta en el número siete, por unos días, en medio de una "crisis económica" mundial (del tercio capitalista, los dos tercios restantes nunca salieron de ella pero siempre fueron una nimiedad incómoda para el otro tercio ) con cuyo nombre hubiéramos estado de acuerdo, los demás, si los que se dedican a engañarnos no hubieran entrado en debates de si existe o no y la hubieran denominado, directamente, PUTADA en grado superlativo o simplemente "ladrillazo" que bien podría definirse como: golpetazo en la nuca, con ladrillo lanzado a velocidad supersónica, que deja sin sueño, literal y metafóricamente hablando, a quienes, de una u otra forma, nos alcanza. Después de haber tenido constancia de precios que comienzan a ser desorbitados: un melón, por poner un ejemplo, nos cuesta 6 euros (mil, de las no tan antiguas, pesetas) empezamos a pensar que a pesar de saber que "el horror está embarazado de maravilla", aún queda mucho para el parto.

Y fue que nos durmieron con cuentos, para tenernos entretenidos e ilusionados en algo, y por algo, nos contaron aquel de Fannie y Freddie, los gigantes hipotecarios del sueño americano con la esperanza de que estos nombres nos sonaran a parejita de enamorados en lucha por el derecho de una vivienda digna, en propiedad y para "todos". Aquí en España el cuento llevaba por título el nombre de grandes Bancos y, hete aquí, que los gigantes, a pesar de que sus ganancias en el primer semestre del presente año fueran superiores a las del año pasado, le ven las orejas al lobo (personaje habitual en muchos cuentos) y para que, como todos los cuentos, termine en final feliz ponen en alerta a los gobiernos de los desórdenes mundiales para solucionarlo. Puede que todo termine con la financiación a los Bancos, empleando dineros de impuestos públicos para solventar intereses privados; esto a corto plazo pero... ¿qué pasará cuando se agoten los recursos de Estado?

- Te recuerdo, Irina, que estás de vacaciones. Decidiste venir con nosotros. ¿Quién te manda a ti leer esas cosas?

- No sé, tal vez, vacaciones sea un espejismo tan grande como otros que nos hacen creer. Aunque, es posible que tengan la culpa mis neuronas espejo que no están de vacaciones.

- ¿Neuronas espejo? ¡Déjaselas a los monos!

- Bueno, igual los Gigantes Autistas de los cuentos no las tienen pero he leído que no sólo los monos, también hay humanos con neuronas espejo.

- Ya, pero no son felices, sufren. Sólo se es feliz ignorando.

- Pues a mí no me gusta ignorar y prefiero creer que las tengo. A veces, cuando funcionan las neuronas espejo te ríes con los otros, no de los otros.

- Mejor nos lo cuentas a la vuelta...

-Vale, espero que a la vuelta no tenga que comprar melones porque hayan madurado los melones y sandías del huerto.