miércoles, 27 de febrero de 2008

Buscando el espejo del agua


****ECO****
Ya se ha abierto
la flor de la aurora.

(¿Recuerdas
el fondo de la tarde?)

El nardo de la luna
derrama su olor frío.

(¿Recuerdas
la mirada de agosto?)
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García Lorca
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Ya se ha abierto la flor legendaria que nació del río. También, este año, los narcisos se han adelantado a la primavera. Confundidos o como consecuencia del cambio climático, que todo lo cambia, hace unos días han permitido que sus copas perfumadas, blancas o amarillas, se abran mirando hacia abajo, buscando el espejo del agua.
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Observándolas dudo de la arrogancia de Narciso y de que eligiera enamorarse de sí mismo al verse reflejado en el agua. De esta leyenda, lo mismo que de otras tantas, me quedo, tan sólo, con la parte que lo declara presunto inocente, víctima de las argucias de los dioses.
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Eco, la bella ninfa que entretenía las tardes de la diosa Hera relatándole historia tras historia, semejando a Sherezade, mientras Zeus se divertía con mortales e inmortales, fue culpada por Hera de distraerla para que su esposo pudiera actuar sin temor a ser descubierto y castigada a perder lo mejor que tenía: su voz.
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La tarde que Eco caminaba pensativa por el bosque y se cruzó con Narciso, el hermoso hijo del río Cefiso y la ninfa Liríope, supo que su castigo la mataría. Se enamoró perdidamente de él pero, cuando quiso hablarle, sólo pudo repetir el final de las preguntas que él hacía. Narciso la desdeño por parecerle ridícula. Eco murió, lentamente, de pena al no haber conseguido su amor. Por ello, Némesis, la diosa de la venganza, lo condenó a morir de la misma forma que ella: consumiéndose al no poder alcanzar el reflejo de su propia imagen en el río, objeto de su pasión. Por suerte otros dioses, que quizá lo amaron, le concedieron la inmortalidad transformándolo en la flor que lleva su nombre.
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Desde entonces la flor que nació de Narciso, por mucho que siga mirándose en el río, buscando el espejo del agua, nos regala a los mortales su intenso perfume al comienzo de cada primavera, posiblemente agradecida, pensativa, sumisa y callada. Y puede que, en la noche, se encuentre con Eco y que ella siga repitiendo el final de sus frases desde las montañas.

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