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"Therese Durant-Ruel, cosiendo". Renoir
En memoria de mi abuela que me enseñó a coser mientras pensaba, o viceversa. Aunque nunca aprendí, ni lo uno ni lo otro, algo siempre queda.
Llegó otra primavera y me encontró cosiendo al sol del jardín. Cierto que la vida se cose puntada tras puntada y es preciso rematar cada una de ellas no vaya a ser que quede algún hilo suelto por el que pueda escaparse y la labor se deshaga.
Quise dar la primera puntada, de esta primavera, con el hilo rojo de una leyenda oriental: la del anciano abuelo de la Luna, que sale cada noche a atar los meñiques de quienes deben estar unidos. El idéntico hilo del proverbio que reza: "Un hilo rojo invisible conecta a los destinados a encontrarse. A pesar del tiempo, lugar o circunstancias, el hilo puede tensarse, enredarse, perderse hasta casi desaparecer pero nunca podrá romperse". Con sus poemas, Gabriel Celaya elevó proverbio y leyenda a figura literaria.
Enhebré el hilo rojo, y no otro, porque a pesar de que, en el mundo que nos ha tocado vivir, los egos y los mi se están bordando más que los tú y los nosotros, cuyas puntadas se descosen y la labor no prospera, necesitamos seguir siendo creyentes de proverbio y leyenda.
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Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas a mi miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso.
¡Y al diablo los versos
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
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(Extraído de "Dedicatoria final" Gabriel Celaya).
1 comentario:
Qué bonito, Irina. Ais.
Pues fíjate... que yo creo que la leyenda debe tener algo de cierto. De hecho, creo que si el anciano no viene pronto a mi, voy a salir yo a buscarlo, ¡vamos! :p
¿Y sabes que hemos llegado a estar cerquita? Hace poco estuve en Madrid viendo esa maravilla de cuadro :)
Te mando muchos besazos de primavera sureña.
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