lunes, 21 de marzo de 2011

Cosiendo al sol

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"Therese Durant-Ruel, cosiendo". Renoir

En memoria de mi abuela que me enseñó a coser mientras pensaba, o viceversa. Aunque nunca aprendí, ni lo uno ni lo otro, algo siempre queda.

Llegó otra primavera y me encontró cosiendo al sol del jardín. Cierto que la vida se cose puntada tras puntada y es preciso rematar cada una de ellas no vaya a ser que quede algún hilo suelto por el que pueda escaparse y la labor se deshaga.

Quise dar la primera puntada, de esta primavera, con el hilo rojo de una leyenda oriental: la del anciano abuelo de la Luna, que sale cada noche a atar los meñiques de quienes deben estar unidos. El idéntico hilo del proverbio que reza: "Un hilo rojo invisible conecta a los destinados a encontrarse. A pesar del tiempo, lugar o circunstancias, el hilo puede tensarse, enredarse, perderse hasta casi desaparecer pero nunca podrá romperse". Con sus poemas, Gabriel Celaya elevó proverbio y leyenda a figura literaria.

Enhebré el hilo rojo, y no otro, porque a pesar de que, en el mundo que nos ha tocado vivir, los egos y los mi se están bordando más que los tú y los nosotros, cuyas puntadas se descosen y la labor no prospera, necesitamos seguir siendo creyentes de proverbio y leyenda.
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Pero tú existes ahí. A mi lado. ¡Tan cerca!
Muerdes una manzana. Y la manzana existe.
Te enfadas. Te ríes. Estás existiendo.
Y abres tanto los ojos que matas a mi miedo,
y me das la manzana mordida que muerdo.
¡Tan real es lo que vivo, tan falso lo que pienso
que -¡basta!- te beso.
¡Y al diablo los versos
y Don Uno, San Equis, y el Ene más Cero!
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(Extraído de "Dedicatoria final" Gabriel Celaya).

1 comentario:

Muerte por vida dijo...

Qué bonito, Irina. Ais.
Pues fíjate... que yo creo que la leyenda debe tener algo de cierto. De hecho, creo que si el anciano no viene pronto a mi, voy a salir yo a buscarlo, ¡vamos! :p

¿Y sabes que hemos llegado a estar cerquita? Hace poco estuve en Madrid viendo esa maravilla de cuadro :)

Te mando muchos besazos de primavera sureña.