sábado, 16 de octubre de 2010

A contraluz.

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Soy esa flor

Tu vida es un gran río, va caudalosamente.
A su orilla, invisible, yo broto dulcemente.
Soy esa flor perdida entre juncos y achiras
que piadoso alimentas, pero acaso ni miras.

Cuando creces, me arrastras y me muero en tu seno;
cuando secas, me muero poco a poco en el cieno;
pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente
cuando en los días bellos vas caudalosamente.

Soy esa flor perdida que brota en tus riberas
humilde y silenciosa todas las primaveras.

Alfonsina Storni.

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Octubre puso fin a los azules. Emocionadas palabras, escritas en el viento con todos los afectos desatados, se hicieron hojas de un árbol, las hojas pájaros y los pájaros emigraron a lugares más cálidos. Ya sólo queda la caché en nuestro recuerdo. Eso, si no es que la memoria nos engaña y nos lo imaginamos. Nos gustaba asomarnos a aquel viejo patio de luces en el que cada tarde, a contraluz, nos dibujábamos ocultando detalles e iluminados por una luz principal que deseábamos resaltar, aun sin conocimiento fotográfico, apuntando con la cámara hacia la fuente de luz, desde el lado contrario. No deseábamos que ningún efecto de retroiluminación causara un fuerte contraste enfatizando las líneas y perfiles de nuestra silueta. También es cierto que nos hicimos asiduos del lugar y nos gustaba encontrarnos con los que un día fueron desconocidos y luego amigos para reír con ellos y con sus ocurrencias o para desearnos simplemente un buen día. Pero el reloj del tiempo nos encendió la noche, nos apagó los días y las luces del patio. Sin embargo, volveremos a brotar como hojas nuevas en cada azul que anuncie primavera.

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