domingo, 10 de mayo de 2009

El aviador


Tren turistico "Le lézard rouge". Túnez

Ça, c'est, pour moi, le plus beau et le plus triste paysage du monde. C´est ici que le petit prince a apparu sur terre, puis disparu. Regardez attentivement ce paysage afin d'être sûrs de le reconnaître, si vous voyagez un jour en Afrique, dans le désert. Antoine de Saint-Exupéry.

La noche en que María deseó olvidar a su árbol rojo soñó con enrollarse en la cabeza un turbante, alquilar un 4x4 y viajar hasta la puerta del desierto para conocer otros mundos. Puesto que en los sueños todo resulta gratis, no se necesitan guías turísticas, ni programación; no se lo pensó dos veces y para allá marchó.

Lo primero que hizo, al llegar, fue colocarse bajo la estrella del principito sin perderla de vista, ni siquiera un segundo. Después, se preparó concienzudamente para prestar la máxima atención a cualquier niño rubio y sonriente que se le acercara y no respondiera a sus preguntas. Si tenía suerte, inmediatamente informaría de su vuelta. Tal vez así, ya que no podía borrar la suya, consiguiese borrar la tristeza del aviador. Pero no le acompaño la fortuna, ningún niño rubio la abordó.

Sí pudo, sin embargo, subirse en el tren rojo que circula por la vía de los fosfatos, atravesando desfiladeros hasta las minas de las montañas. En una de las paradas que el tren hace, para que los pasajeros disfruten del paisaje, le sorprendió reconocer al conductor. El maquinista del tren era el propio aviador.

Fue, entonces, cuando decidió no interrogarle sobre si, aún, no había podido reparar la panne del avión porque entendió que aquella noche había hecho un largo viaje, tan sólo, para poder darse cuenta de que ella tampoco quería olvidar y el conductor del tren se lo recordó.

Ahora, mirad atentamente el paisaje más bello y más triste del mundo, a fin de estar seguros de que habréis de reconocerlo, si viajáis un día por África, en el desierto, porque en lugar de verse en él una estrella, se ven dos.



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