jueves, 13 de noviembre de 2008

El color con que se mira





En la estación de los colores de Van Gogh, buscando acordes para el corazón, he llegado hasta el nuevo sencillo de Amaia Montero. "Quiero ser". Bueno, ¿qué decir? ni menos, ni más; exáctamente igual. En su día me gustó el grupo, después pensé que se había quedado anclado en el mismo soniquete y ahora compruebo que Van Gogh tiene dos orejas. No sé si lo he mirado con las gafas adecuadas pero mi endotelio no ha sufrido ninguna alteración. Igual soy injusta y se trata de un menú excelente, lo cierto es que a mí me cansa bastante la repetición. Es monótono que un artista pinte siempre el mismo cuadro en distinta versión.


Así que hoy no me queda otra alternativa que procurarme un pedacito de chocolate negro y algún poema que, aunque con el tiempo he aprendido que, no pertenece a Borges, igualmente va bien para la salud del corazón.


CON EL TIEMPO (Autor/a desconocido)


Después de un tiempo, uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma; y uno aprende que el amor no significa acostarse y que una compañía no significa seguridad, y uno empieza a aprender...


Que los besos no son contratos y los regalos no son promesas, y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos, y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes... y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.


Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado, hasta el calor del sol quema. Así que uno planta su propio jardín y decora su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.


Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno realmente es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende... y con cada día uno aprende.


Con el tiempo aprendes que estar con alguien porque te ofrece un buen futuro significa que tarde o temprano querrás volver a tu pasado.


Con el tiempo comprendes que sólo quien es capaz de amarte con tus defectos, sin pretender cambiarte, puede brindarte toda la felicidad que deseas.


Con el tiempo te das cuenta de que si estás al lado de esa persona sólo por acompañar tu soledad, irremediablemente acabarás deseando no volver a verla.


Con el tiempo entiendes que los verdaderos amigos son contados, y que el que no lucha por ellos tarde o temprano se verá rodeado sólo de amistades falsas.


Con el tiempo aprendes que las palabras dichas en un momento de ira pueden seguir lastimando a quien heriste, durante toda la vida.


Con el tiempo aprendes que disculpar cualquiera lo hace, pero perdonar es sólo de almas grandes.


Con el tiempo comprendes que si has herido a un amigo duramente, muy probablemente la amistad jamás volverá a ser igual.


Con el tiempo te das cuenta de que aunque seas feliz con tus amigos, algún día llorarás por aquellos que dejaste ir.


Con el tiempo te das cuenta de que cada experiencia vivida con cada persona es irrepetible.


No hay comentarios: