"With the waves" Natasha Wescoat
"De otoño" Rubén Darío.
Ya sé que hay quienes dicen: ¿Por qué no canta ahora
con aquella locura armoniosa de antaño?
Esos no ven la obra profunda de la hora,
la labor del minuto y el prodigio del año.
Yo, pobre árbol, produje, al amor de la brisa,
cuando empecé a crecer, un vago y dulce son.
Pasó ya el tiempo de la juvenil sonrisa:
¡dejad al huracán mover mi corazón!
Aún no ha llegado y resuenan ya sus notas, vuelan palabras, como hojas en el viento, hacia lugares insospechados. Somos igual que un árbol, pasan por nosotros varias primaveras, otoños, inviernos, veranos...
Sin embargo, y también como un árbol, sentimos de otro modo el paso de los años, la experiencia nos va enseñando. Hemos vivido al lado de quien nos ha regado con mimo y con cuidado, de quien nos ha abonado, de quien ha hecho que tengamos fe en todo y en todos, de aquellos que han grabado profundamente, en nosotros, la huella imborrable de sus iniciales. No sin dolor, a veces, nos han podado para que creciéramos fuertes y sanos. Así hemos soportado tormentas, inclemencias del tiempo, rayos que pudieron quemarnos. Hemos recibido visitas de insectos y de pájaros. La suave brisa nos meció en sus brazos hasta que la escuela de la vida nos hizo fuertes y duros como el corazón del árbol milenario al que sólo mueven huracanes porque también los hay que se han colgado de nuestras ramas, con insolencia o descuido, y las han quebrado.
Ahora, con el otoño en mientes, dejamos, como todos los años, que caigan, bailando en círculos, nuestras hojas sin vida, con la misma intención de siempre: la de, en una nueva primavera, renovarnos. Mientras un árbol sigue en pie, no es madera, es árbol.