sábado, 30 de mayo de 2009

La hora de los duendes


Todo jardín, que se precie de serlo, debe contar con la presencia de algún duende. Anoche, harta de que los traviesos duendecillos sólo suelan mostrarse en jardines de niños, me dije: ¿Y por qué no en uno de adultos? Recordando un cuento de Millás, relatado por un niño, que comienza con : A mi madre le gustaban las historias de hombrecillos que cabían en la palma de la mano. Todos los años, cuando comenzaba el invierno y sacaba los abrigos del fondo del armario, nos decía: "Mirad bien en los bolsillos, no vaya a haber hombrecillos y les hagáis daño al meter las manos", supe que podía ser, me animé bastante y capturé dos. Paso a presentarlos:


Diego, un duende que nació en fantasía y al que yo encontré, en mitad de un verano, dibujado en el cuento de la imaginación. Me brindó unas horas, me ayudó a poner en orden algunas ideas que rondaban por mi cabeza y prometió tener tiempo para dedicármelo. Lo cierto es que, durante el resto del verano, debió estar demasiado ocupado puesto que no volvió a interesarse por mí, ni tampoco puso ninguna atención en si mis ideas seguían ordenadas o no. Desde aquel momento nada volví a saber de él. Acabado el calor, ignorante yo del por qué y del cuándo, desapareció. Sé que a Diego no le gusta el mal tiempo, se lo pasa durmiendo e ideando travesuras en el sueño y, de nuevo, despierta a ponerlas en práctica a la vez que regresa el calor. Fue anoche, guardando mi abrigo en el fondo del armario, cuando volví a encontrármelo en el bolsillo derecho, todavía dormido. Me resultó sencillo traerlo hasta aquí y él lo permitió. Me alegré porque un jardín sin duende es como un día sin sol.


La segunda imagen, nada tiene que ver con lo anterior, es la fotografía de un ser real. Está aquí porque es una foto preciosa (ya iba siendo hora de encontrar alguna buena) y, además, porque cuando se capturan duendes, en este blog, está a punto de suceder algo con "duende".

¿Tal vez la semana próxima? No se sabe a ciencia cierta, de momento, pero prometo haceros participes de ello a todos puntualmente. ¡Ay, qué ganicas y qué alegría tengo, por dios!



4 comentarios:

Irina. dijo...

Estoy pensando que...

Ojalá se trate de aquel tema inédito que logre sacarnos de dudas sobre si los "magos" tienen, a veces, asignaturas pendientes.. Ja,jaa, es que en la segunda estrofa, aunque no muy claro, escucho esto:

"El septiembre que nunca he tenido,y te doy mi palabra de honor
si me dices que nunca he sabido volver cuando estoy..otra vez frente a ti y te pido perdón y en tus brazos perder el control.."
Y lo que se deja para septiembre son las asignaturas suspensas. ¿O no?

Fuentes Rivero dijo...

Quién tuviese un duende como tú, Irina, en su jardín ;)

Tus textos me alegran el día, están cargados de un sentimiento positivo del que suelo carecer...

Un saludo, Ranzou.

PD: Te agradecería que cambiases el link que tienes a El mundo en el Espejo por uno a Occasum. En el antiguo no pienso volver a escribir. Gracias por considerarme "jardinero" ^.^

Irina. dijo...

Ji,ji,jjii,, gracias por volver.

Hecho!! El último poema que has publicado es precioso. Se nota que hay madera de escritor. ¡Quien pudiera!

Bruno Fripp dijo...

Hola... Me gusto lo del duende Diego... que suerte haber conocido uno! un beso grande..