Luna nació riendo. En sus primeros años de vida, le habían encomendado contagiar su alegría hasta que el duende de la noche, que nunca reía, hizo que se mirara en espejos deformes y consiguió robársela. Durante varios meses vivió confundida, no mostró más que gestos huraños y miradas frías, alejada de todo y de todos, vacía.
Pero no estaba sola, con ella seguían quienes le debían momentos muy felices y se propusieron, con miles de artimañas, ayudarla a buscar la risa perdida. Día a día, Luna encontraba versos que decían: "Quítame el pan si quieres/ quítame el aire, pero/ no me quites tu risa./ No me quites la rosa,/ la lanza que desangras, / el agua que de pronto/ estalla en tu alegría,/ la repentina ola de planta que te nace./ Mi lucha es dura y vuelvo/ con los ojos cansados/ a veces de haber visto/ la tierra que no cambia,/ pero al entrar tu risa/ sube al cielo buscándome/ y abre para mí todas/ las puertas de la vida." Sin embargo ella, sin mediar palabra, los guardaba o los rompía. No quedaba más remedio que insistir e insistir: "... pero cuando yo abro/ los ojos y los cierro,/ cuando mis pasos van,/ cuando vuelven mis pasos,/ niégame el pan, el aire,/ la luz, la primavera,/ pero tu risa nunca/ porque me moriría." e insistir ...
El amor lo pudo todo, empezó a olvidar sus fantasmas el día que bajó, casi sin fuerzas, a la calle para comprar seis rosas amarillas y regalárselas a una de las personas que insistían. Más tarde preguntó dónde podría buscar el poema: "Tu risa". Sonrió al saber que podía encontrarlo en "Los versos del Capitán" de Neruda y compró el libro inmediatamente.
Han pasado muchos años. Luna poco recuerda los días en que no sonreía, muy pronto se irá muy lejos, por unas semanitas, a seguir aprendiendo porque, además de la risa, encontró el entusiasmo y aprendió a valorar los golpes de la vida. Siempre lleva con ella el poema, las rosas permanecieron disecadas mientras fueron necesarias, por suerte, hoy no las necesita.
Como ella habrá mil Lunas. Espero, si lo leen, que les ayude porque es posible vencer a cualquier duende de la noche que no sonría.
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