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En realidad, y por si a alguien le apetecía regalarlo en Reyes, sólo venía a recomendar el libro de la imagen. Un precioso libro de Gonzalo Moure escrito para niños, a partir de diez o doce años y, como cada vez que un libro invita a pensar, para no tan niños.
Y a dejar su reseña:
Lucía Alfaro todavía conserva el cuaderno de tapas negras de su niñez, en el que anotó con detalle las observaciones que realizó en un bosque de hoja caduca. Lucía rememora aquel verano, en el que disfrutó de la compañía y la amistad de Tsipi, el ruiseñor que vivía en el claro del grosellero, y que le permitió abandonar la infancia sin olvidar quién fue y descubrir que, tanto para el hombre como para el pájaro, la vida es aprendizaje, dolor, amor y muerte. Lo vivido y lo soñado en la infancia tiene en el recuerdo el camino para recuperarlo, y en la escritura, el medio para transmitirlo.
Pero, ocurre casi siempre que, detrás de cada libro que encandila se encuentra un escritor magnífico. Por eso, además de la reseña del libro, enlazo con el lugar donde encontré a Gonzalo Moure "escriviviendo".
A todos los niños les encanta ver llegar el bibliobús a la puerta del colegio. Tiene tantas estanterías cargadas de sueños guardados en libros...El que aparece en el blog de Gonzalo es diferente.
En realidad, y por si a alguien le apetecía regalarlo en Reyes, sólo venía a recomendar el libro de la imagen. Un precioso libro de Gonzalo Moure escrito para niños, a partir de diez o doce años y, como cada vez que un libro invita a pensar, para no tan niños.
Y a dejar su reseña:
Lucía Alfaro todavía conserva el cuaderno de tapas negras de su niñez, en el que anotó con detalle las observaciones que realizó en un bosque de hoja caduca. Lucía rememora aquel verano, en el que disfrutó de la compañía y la amistad de Tsipi, el ruiseñor que vivía en el claro del grosellero, y que le permitió abandonar la infancia sin olvidar quién fue y descubrir que, tanto para el hombre como para el pájaro, la vida es aprendizaje, dolor, amor y muerte. Lo vivido y lo soñado en la infancia tiene en el recuerdo el camino para recuperarlo, y en la escritura, el medio para transmitirlo.
Pero, ocurre casi siempre que, detrás de cada libro que encandila se encuentra un escritor magnífico. Por eso, además de la reseña del libro, enlazo con el lugar donde encontré a Gonzalo Moure "escriviviendo".
A todos los niños les encanta ver llegar el bibliobús a la puerta del colegio. Tiene tantas estanterías cargadas de sueños guardados en libros...El que aparece en el blog de Gonzalo es diferente.
Lleva la ilusión, los sueños y los libros hasta aquel lugar donde, en tiempos, apareció el Principito. No sé si ya se habrá hecho tarde para apuntarse y seguirlo pero se necesitan voluntarios y puede que salgan nuevas expediciones en lo sucesivo. Sólo tienes que informarte, por si te interesa cuelgo el cartelito.
3 comentarios:
¡Vaya regalo de Navidad!
Gracias, Irina.
Posiblemente nos conocemos, nos hemos visto en algún colegio o con algún amigo de por medio. Hasta es posible que nos conozcamos mucho, o tal vez nada.
Da igual, en estos momentos somos sólo pensamiento y palabra. Esa palabra que he visto que te interesa, como todos los misterios, el de la música, por ejemplo.
En fin, me ha emocionado tu recomendación del Bosque de Hoja Caduca, todo lo que dices de él. Y, sobre todo, me emociona tu intuición, porque debajo de la referencia a mi "escrivida" pones el que creo que es mi mejor libro: el bubisher, un pájaro con ruedas, y colectivo: creado junto con niños de un colegio, colegas de Escritores por el Sáhara, bibliotecarias, editores, profesores.
No, nadie llega tarde, porque el Bubi está en los campamentos para quedarse, para entrar cada día a una escuela, y para hacer soñar a los niños saharauis. Y eso significa que no ha hecho más que empezar la que esperamos que sea una larga cadena de voluntarios. Apenas llevamos unas semanas y allí hay tres en estos momentos, y en unos días llega la cuarta, y en poco más llega una pareja joven, y después tú, o tú, o cualquier otro que nos lea. Sólo tenéis que ir a bubisher.com y poneros en contacto. Queremos gente que ame tanto a los niños como a los libros, y que crea que es necesaria allí donde se tienen más deseos que material.
Estoy seguro de que de este diálogo en el aire nacerán días bajo las estrellas y sobre la arena, días de Bubisher. Alguien recordará el momento en el que leyó este post, y para él, o para ella, será un día importante. El día en el que se dijo: después de todo, los libros más importantes de la vida se leen con los pies; como se escriben: viajando, yendo a donde tenemos que ir.
Un beso, y escríbeme algún día, Irina, para saber qué nos unía antes de hoy.
Gracias a ti, Gonzalo, para mí es un honor tenerte aquí.
Paso la mitad de mis días rodeada de niños y de libros. Desde hace algún tiempo, no sólo de niños españoles sino también de otras culturas y te conocí gracias a las "Palabras de Caramelo" que leí junto a un niño marroquí, de negros e inmensos ojos. Recuerdo que, en cierta ocasión, se quedó mirando un póster que había en la pared y me dijo: "Mira, profe, el mar ¡qué grande!y en una de esas barquitas viene mucha gente de mi país. Las llaman pateras, ¿sabes?"
Supongo que los niños, los libros y unas u otras palabras fueron las que me unieron a ti.
El otro día, entre en tu pág. web, me enteré de la hermosa labor que estáis llevando a cabo, encontré ese cartel y espero que sirva de algo haberlo traído hasta aquí.
Un abrazo.
Es una suerte que el cartel haya llegado hasta tus lectores ahora, exactamente ahora mismo. Un voluntario tiene que volverse mañana, por enfermedad grave de un familiar suyo. Y Javier, el otro que cumple turno, se queda solo hasta el 8 de febrero, en los campamentos. Quién sabe quién leerá estos mensajes en una botella... Y para cuando más falta nos hace alguien, es para marzo, abril y mayo de este año. Tal vez alguien no pueda ir, pero seguro que puede imprimir y pegar el cartel en algún centro. Con eso, tal vez baste.
Tiene razón tu niño marroquí, Irina: tenemos que ser capaces de mirar con más atención al otro lado del Estrecho...
Muchos besos, y gracias de nuevo.
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