domingo, 7 de marzo de 2010

Mi zurdo invierno

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El hombre de Vitruvio. Leonardo Da Vinci

Cuando aún no existían ni zurdos ni diestros, cuenta la leyenda que los antiguos guerreros portaban, para protegerse, un escudo en la mano derecha y, para defenderse, una lanza en la izquierda. Si dos jefes de distintas tribus negociaban, arrojaban el escudo al suelo saludándose con la mano derecha pero seguían empuñando la lanza que sostenían con la izquierda. Puede que fuera ésta la razón de la relación de izquierdo con siniestro. Más tarde , y no porque dejáramos de usar el escudo y la lanza, más bien porque la forma de escudarnos y de agredirnos cambió con el tiempo : "Haz las cosas al derechas", se nos recomendó. De todos es bien sabido que durante años, y aún hoy, lo izquierdo es sinónimo de mal agüero: malo, si vuela una bandada de pájaros hacia la izquierda; malo, si te levantas con el pie izquierdo... incluso fue considerado sinónimo de locura y de brujería y, en Japón, motivo suficiente de divorcio.

El caso es que yo, haciendo el Carnaval, más que otras veces, resbalé con la gravilla y caí al suelo plantando la mano derecha de tal forma que se me rompió el radio muy cerca de la muñeca. Como de todo lo malo se debe sacar algo bueno, sabiendo que el hemisferio derecho del cerebro se ocupa del arte, de las sensaciones y de los sentimientos y rige la parte izquierda del cuerpo; me animé y pensé: "tiene que dar muchos frutos escribir con la izquierda, por unas semanas voy a tener la oportunidad de ser casi un genio".

Dicen que los zurdos son mucho más sensibles y creativos que los diestros, de hecho han existido muchas personas zurdas que han sido genios. Da Vinci, por ejemplo, lo fue y, aunque a su "Hombre de Vitruvio" se le diera más importancia por el estudio anatómico y de proporcionabilidad del ser humano, no hay que dejar de lado la escritura especular, que se puede observar en el mismo dibujo, ya que él se las ingenió para escribir de derecha a izquierda del papel y de final a principio del bloc o cuaderno.

Pero yo no he sido ni lista ni genio y absolutamente todos los obstáculos con los que se encuentra un zurdo, incluyendo los que por costumbre tiene asumidos, los hice míos. Por si fuera poco, durante este tiempo, se pusieron en mi contra los cuatro elementos y, por no soltar la lanza del brazo sano, no pude, o no supe, sacar provecho de la ocasión que el azar me brindaba para ser más creativa y más visual que en mi mundo habitualmente diestro, ni disfruté del pensamiento holístico que tienen los zurdos, en ningún momento. Oportunidad perdida.

O, eso creo.


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