lunes, 23 de febrero de 2009

Bajo a la realidad



Por un tiempo se acabaron fantasías, puentes y demás zarandajas. He tenido la "fortuna" ( así lo dijo el inspector, el pasado jueves, en amistosa charla) de poder traducir al papel mi método de enseñanza ajustándolo conforme al Decreto 22/2007 de 10 de mayo del Consejo General de Gobierno de mi Autonomía. Creo que le caí simpática, tanto que, volverá otro jueves a pasar conmigo la mañana. Claro que fui discreta, le dije algunas cosas que opinaba a las que me dio toda la razón, al mismo tiempo que me recordaba que era funcionaria, y no atreví a comentarle esa frase que dice: "Quien sabe enseñar, enseña; quien no sabe enseñar, enseña a los que enseñan; y quien no sabe enseñar a los que enseñan, se mete a político". Pero intuí, en algún momento, que él también la conocía porque sonrió al oírme decir que yo no sabía de ningún cocinero que tuviera que hacer programaciones ajustadas a ninguna ley para le saliera buenísima la tortilla de patata. ¡Somos máquinas programadoras y así va la enseñanza!

La nota de humor la pone Inocencio Docente que nos ilustra a los demás inocentes una vez por mes en el Boletín CDL:

Jesús en la E.S.O

"En aquel tiempo Jesús subió a la montaña y sentándose en una gran piedra dejó que sus discípulos y seguidores se acercaran. Después tomando la palabra, les enseñó diciendo:

En verdad, en verdad os digo que serán bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Que serán bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos...

Entonces Pedro le interrumpió para decir: ¿Tenemos que saberlo de memoria? Y Andrés dijo: ¿Tenemos que escribirlo? Y Santiago dijo: ¿Tendremos que examinarnos de eso? Y Felipe dijo: No tengo papiro. Y Bartolomé: ¿Te lo tenemos que entregar? Y Juan: ¿Puedo ir al servicio? Y Judas: ¿Y esto para qué sirve?

Entonces uno de tantos fariseos presentes, que nunca había enseñado, pidió ver la programación de Jesús y, ante el asombro del Maestro, le inquirió en estos términos: ¿Cuál es tu nivel de competencia curricular? ¿Cómo atiendes a la diversidad? ¿Cómo has diseñado la motivación de intereses de palestinos y gentiles? ¿Qué significatividad tiene el material de aprendizaje que pretendes enseñar?

A Jesús se le llenaron los ojos de lágrimas y, elevándolos al cielo, pidió al Padre la jubilación anticipada.

¿Cuándo se darán cuenta los señores gobernantes que la única fórmula que existe para llegar a aprender es que sepan enseñarte a pensar? ¡Así de sencillo!


5 comentarios:

Guardagujas dijo...

Siempre hablo del "complejo de científico" que tienen algunos psicólogos, que se pierden entre los números. ¿No podemos aceptar que no todas las ciencias tienen por qué ser hijas de las matemáticas?

A los maestros nos pasa un poco lo mismo. Tememos que nuestro trabajo no sea considerado un trabajo "de verdad". Sabemos que no somos guardas en un aparcamiento, pero en todo momento sentimos la necesidad de autojustificarnos y empapelarnos de motivos, razones y evaluaciones... sobre todo de evaluaciones.

Y al final, todas las evaluaciones nos llevan a la misma conclusión: esos papeles no han servido para nada. Habrá que sacar un nuevo decreto, porque está visto que aún no han sido suficientes.

¡Ay!

Guardagujas dijo...

Por cierto... yo tengo una cita similar el martes. ¡En fin!

Irina. dijo...

¿Cómo fue la cita? Hoy me llevaron a mí los resultados del test declarándome apta para seguir en la mina, je,je,jeeeee.

Muerte por vida dijo...

Jajaj Ayyy! Eso me suena. Y mucho.
Pero esas preguntas también dependen del tipo de profesor. Si éste o ésta sabe dar la clase, el silencio es absoluto, y acaban adorándole. Por el contrario, si es un tostón, no le da vida a las cosas, y es un amargado que da clases sólo porque da dinero, entran ganas de reprocharle siempre.

Te pongo un caso vivido por mí. Un profesor llega a clase con un debate, preguntando sobre si los padres de los alumnos preguntarían el por qué, en el caso de que decidieramos casarnos.
Toda la clase tuvo en común un no, él un sí. Se pilló un rebote del quince. Al día siguiente, llegó diciendo: ''Comprendo vuestra posición rebelde, yo la tuve en mi tiempo. Pero bueno, no pienso pararme a escuchar vuestras ideas. Al fin y al cabo, estoy aquí para dar la lección, irme y punto. No tengo el mínimo interés en que aprendais algo''

Lo sorprendente, es que llegan nuestros padres o el inspector, y es el hombre mas simpático del mundo. Hasta puedes enterarte de las clases.
¿Tú ves eso normal?

(Ay, la parrafada que te dejé. Esque, me tocan estos temas y salto... cualquier día voy con un cuchillo a clase! :p)

Bueno, pedazo maestra, me alegro de que te haya ido bien con el inspector. Seguro que tus niños te habrán defendido perfectamente, ¿a que sí?

Un besazo sureño.

Irina. dijo...

Ja,ja,ja,ja, yo sólo les advertí, el día anterior, que si se movían cuando llegara el señor con sombrero y corbata, nada más que se fuera salían todos por la ventana. Y me hicieron caso!! ;)

Y en el caso de que yo tuviera un hijo/a que viniera diciéndome que se casaba no preguntaría el por qué, porque sería evidente, pero sí el para qué...je,jjee