domingo, 21 de junio de 2009

Oficialmente cerrado.

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"Anoche, al apagar la luz, se me durmieron las raíces y se me quedaron los ojos enredados entre las hojas
hasta que tarde, con la sombra, se me cayó una rama al sueño
y por el tronco me subió la fría noche de cristal como una iguana transparente,
entonces, me quedé dormido. Cerré los ojos y las hojas".

P. Neruda "EL árbol" Fin del mundo 1969

Después de mucho pensarlo, me ganó la pena y no he querido hacerlo desaparecer. Decidí conservarlo, sin embargo nunca más volverá a ser actualizado.

Irina se fue del jardín a la página de los cuentos, escondida en el perfil, en la que no publicará enlaces, reseñas, ni comentarios sobre otros. Nada que no sea producto y propiedad de su imaginación, algo nuevo y algún que otro cuento rescatado, indultado y exportado desde este blog que hoy, primer día de verano, declara OFICIALMENTE CERRADO.
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lunes, 8 de junio de 2009

Última entrada.

Pude haber elegido otros finales pero fue éste el que me gustó. Por muy oscuro que el paisaje sea, el arcoiris le pone una nota de color. El blog se cierra para tomar un descanso y por falta de inspiración. No sé si, pasando algún tiempo, abriré otro o volveré a escribir aquí. Lo cierto es que, de nuevo, me dio por pensar que paso demasiado tiempo en asuntos virtuales y ahora que hace calor apetece estar más rato en la calle, las terrazas, el parque o, como los gorrioncillos, en cualquier rincón.

Me he preguntado, a menudo, ¿por qué escribo en un blog? La respuesta ha sido que lo he venido haciendo, ante todo, por buscarme a mí misma, por aclarar ideas, pero ha llegado un momento en que no consigo encontrarme mejor. Y, aunque comencé diciendo que de realidad tenía poco, luego resultó que se fue escribiéndo con retacitos míos, algunos alegres y otros que me causaron dolor.

Muchísimas gracias a todos los que habéis llegado hasta aquí, hagáis comentarios o no. Os seguiré leyendo y escribiendo en vuestros blogs porque aunque no publique, de momento, seguiré registrada.

Un saludo.

viernes, 5 de junio de 2009

¡Era primavera!




El ratoncito había trabajado sin tregua y decidió salir, justo después de comer, a dar un largo paseo sin rumbo fijo. La tarde era azul y radiante, el viento soplaba suavecito.

Andrés caminaba despacio, silbando, con sus manitas en los bolsillos. Se alejaba mucho de su casa pero no le importaba demasiado: ¡Era primavera!, le sobraba tiempo, el cielo estaba despejado y el bosque era muy bonito. En el camino encontró centenares de árboles de muchísimos nombres llenitos de brotes nuevos, pájaros de todos los trinos y flores de mil colores.

"De repente se detuvo sorprendido. Y se preguntó qué podía ser aquella cosa pequeña y húmeda que acababa de caer sobre su oreja izquierda".

De haber hecho mal tiempo, hubiera creído que se trataba de una gota de lluvia pero no podía ser, en el cielo no había ninguna nube.

"No había dado tres pasos cuando volvió a detenerse. ¿Qué sería aquello pequeño y húmedo que había ido a dar sobre su oreja derecha?"

El Sol no tardó en ocultarse entre nubarrones oscuros y espesos , un rayo dibujó un garabato en el cielo y, aún lo peor, llegó acompañado de varios amigos. Muchas gotas pequeñas y húmedas empaparon al ratoncillo que, estando lejos de su casa, tuvo que buscar un refugio, corriendo, dejando de silbar y sacando las manos de los bolsillos.

Por fin, encontró una cueva más oscura que la noche. La recorrió como los sonámbulos, con los brazos extendidos, hasta encontrar un lugar donde poder sentarse esperando que amainara.

"Aaag, aaag, aaa,, aaag." - Escuchó.

Alguien respiraba demasiado fuerte y demasiado cerca. Pensando que podía ser un gato, se le aceleró el corazón y sintió mucho miedo.

"Mira que si ahora alarga sus patas y me apresa..."

"Mira que si aprieta mi pobre cuello con sus grandes garras..."

"Mira que si luego me quiere comer y abre su gran boca y me clava sus enormes colmillos."

Sintió que algo se movía cerca, muy cerca, y ahogó un grito pensando que sería mejor permanecer quietecito para no ser descubierto. Pero se puso nervioso al seguir escuchando:

"Aaag, aaag. "

No pudo más y puso en marcha una idea: fingir una voz seca y grave para tratar de ser confundido con un enorme y peligroso gato.

- "¿Quién anda ahí? - preguntó."

Pero su voz, en la cueva, sonó tan aguda y tan fina como de de cualquier ratoncito.

- " Soy yo, Ratona Andrea -le respondió una voz tan delgada como la hebra de un hilo."

Caminaron el uno hacia el otro, hasta encontrarse, con los brazos extendidos. Se contaron que ambos habían sentido miedo al haber creído que quien estaba cerca era un gato tremendo. Se cogieron de la mano porque a veces les asustaban las tormentas, y esa era una de las veces. Como darse la mano no fue suficiente para hacer desaparecer todo el susto, unos brazos envolvieron los otros y, esperando que la lluvia cesara, empezaron a cantar:

"Que llueva, que llueva
la virgen de la cueva..."

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Hasta aquí un resumen-reseña de casi los tres primeros capítulos de "Andrea y Andrés" de Concha López Narváez. Un libro que despierta los valores de la amistad, el respeto y la tolerancia, tres asignaturas que, aún, continúan suspensas.

Mucho mejor leerlo entero ya que nada sabemos sobre cómo son , en realidad, Andrés y Andrea. La cueva estaba tan oscura que ni ellos mismos lo supieron hasta que pudieron salir de ella y no todos los miedos se fueron con la tormenta. O... tal vez ¿no importa cómo sean?

lunes, 1 de junio de 2009

Bajo tu sombra


Orquídea. (La flor censurada)

Bajo tu sombra, Junio, salvaje parra,

ruda vid que coronas con tus pámpanos las dríadas desnudas,

que exprimes tus racimos fecundos en las siestas

sobre los cuerpos que duermen intranquilos,

unidos estrechamente a la tierra que tiembla bajo su abrazo,

con la mejilla desmayada sobre la paja de las eras,

la respiración agitada en la garganta

como hilillo de agua que corriera secreto entre las rosas

y los labios en espera del beso ansioso

que escapa de tu boca roja de dios impuro.

Bajo tu sombra, Junio,

yedra de sangre que tiende sus hojas

embriagando de sonrisas la pared más sombría,

la piedra solitaria;

Junio, paraíso entre muros, que levantas la antorcha de tus árboles

ardiendo en la púrpura vesperal,

bajo tu sombra quiero ver madurar los frutos,

las manzanas silvestres y los higos cuajados de corales submarinos,

la barca que va dejando por los ríos lejanos sus perfumes,

los bosques, las ruinas,

las yuntas soñolientas por los caminos

y el zagal cantando con un junco en los labios.

Quiero oír el inquieto raudal de los torrentes,

el crujido de las ramas bajo el peso del nido

y el resonante silencio de las constelaciones

entreabriendo sus alas como pájaros espumantes de fuego

al fúnebre conjuro de los nocturnos pífanos.

Bajo tu sombra quiero esperar las mañanas fugitivas de frescura

y los atardeceres largos como miradas

cuando todo mi ser es un canto al amor,

un cántico al amor entregado,

mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudas

y mis párpados se tiñen con el violento jacinto de la dicha.

"BAJO TU SOMBRA, JUNIO". P. García Baena

¡Tenía ganas de que llegara! Un junio que empieza en lunes: la jornada continua, la comida en casa, el gazpacho, la sandía fresquita, las tardes sin niños, los días de luz, la galbana, los atardeceres largos, el sol, las vacaciones a la vuelta de la esquina, la música, los libros, los crucigramas, las flores, las enredaderas, los gatos, el acuario del salón, la tortuga, los pájaros, las lagartijas, los helados, el café con hielo, la cerveza, la calle, las fiestas, las terrazas, la sombra, el agua, las tormentas, el olor a hierba y a tierra mojada, la noche, las estrellas, los murciélagos, los buhos, las ranas, los mosquitos, las cucarachas, el calor pegajoso, los ruidos, el insomnio... no sigo, creo que lo bueno gana.